lunes, 22 de julio de 2013

Leyendas de Lambayeque

El cerro de la virgen

Había una humilde familia que vivía cerca de un cerro y que se dedicaba a la cría de cabras y ovejas. Una niña que era la hija menor era quien pastaba los animales y continuamente iba hacia el cerro.
Una vez ella escuchó una dulce voz que la llamaba  y al ver lo que era, vio a una hermosa señora que la llamaba.
Era una linda mujer que se ofreció a lavarla y peinarla. Lo hizo con amoroso cuidado y le dijo: anda hija mía, mañana vuelves para volverte a peinar.
Cuando la niña pastora llegó a su casa, su madre y demás familiares se quedaron impresionados del cambio de figura de su pequeña hija.
Al otro día, decidieron seguirla al cerro, dándose con la sorpresa, que su hija era peinada por la virgen santísima, con un peine de oro y el agua permanecía en un lavador del mismo metal reluciente.
Ellos se dedicaron a contaron la noticia a todos, y por eso todo el pueblo se enteró de lo que pasó. Luego el pueblo emocionado por la noticia, se organizó y las personas formaron una numerosa comisión para llegar al cerro con banda de músicos y cohetes.
Este hecho desagradó a la virgen quien molesta emprendió raudo vuelo hasta el cerro Guadalupe, donde se le encadenó para que se quedara por siempre en este pueblo.

Leyenda de La Media Luna 


 Narra que el padre Sol mandó construir en el acantilado una playa para su esposa la Luna ; dándole la figura del cuarto creciente y que convirtió a los hombres rebeldes en peces ,hasta hoy día se conoce a esta playa como la Media Luna , que se encuentra entre la Punta Farola ,que según la leyenda es el maño de la diosa y al Sur la Punta El Zapato que es la grabación de la sandalia de la Luna. 

Leyenda del cerro Corbacho - Cayaltí -Chiclayo

Les voy a contar la leyenda del cerro corbacho dicen que eran las 9 de la noche, todos descansaban, sólo el zumbido de los cañaverales y el ruido de la fábrica rompía la quietud de la negra noche sin luna. En la hacienda todos descansan salvo don Ramón, el dueño de esta hacienda que no podía conciliar el sueño, algo le atormentaba el alma. Otras veces sonreía ensimismado, con la mirada fija en esa enorme mole que parecía tener ojos y cual vigilante en acecho, dominaba todo el panorama Cayaltillano: El Cerro Corbacho.

Su hombre de confianza: Juan, un viejo trabajador indígena de la hacienda, supuso de inmediato que algo andaba mal en los pensamientos del patrón, algo que él no se atrevía a revelar, sólo pensó que esto no le gustaba nada, porque cuando un hombre habla así, era porque estaba en un estado de total confusión y en esta situación es capaz de ofrecerlo todo sin pensar en las consecuencias.

Pensaba y pensaba mirando desde el balcón de la casa hacienda el ajetreo cotidiano de la fábrica, temprano salió a verificar el normal transporte de las bolsas de azúcar en los pequeños máquinas que los llevaban con dirección al puerto, apenas intercambió unas palabras con los trabajadores y luego se marchó.

También le preocupaba esto; había un atraso en la entrega del azúcar. “Qué hacen” estoy rodeado de flojos, comentó para sí. Llego el viernes y su inquietud no había disminuido, al contrario, parecía excitado y morbosamente intrigado.

Al oscurecer, y luego de haber cenado en silencio y disimuladamente fue a su dormitorio y sin desvestirse se tendió en la cama.

La fina y calidad frazada lo recibió, sin emoción, sin cortesía, cerró los ojos y pensó en lo que compraría, si tuviera más dinero aún, ” tal vez otro fundo ” ….con esto basta, pensó que quería mejorar más la calidad de sus caballos, su valioso tesoro, su devoto pasatiempo, ¡eso!, !eso podía ser!, sería hermoso, su rostro había tomado una alegría sombría, aún así con los ojos cerrados, pero un brusco cambio en sus facciones lo devolvió a la realidad.

No había medio de conseguir dinero. La codicia, hija de la maldad, había sembrado su semilla en Don Ramón, y el Corbacho, que todo lo veía, sonrió con felicidad pues su gentil y demoníaca divinidad que en sus entrañas moraban, había decidido darle el placer de la riqueza sin límites, pero a cambio de lo más precioso del hombre: Su Alma. Sería el tributo que el poderoso terrateniente había de pagar al verdadero Sr. del indígena por el abuso que con su raza cometía.

La noche fue la única testigo, muda y complaciente del pacto que el demonio hizo con el hacendado. Al día siguiente don Ramón fue todo felicidad, carcajadas y dinamismo; había hecho un trato con un ser más poderoso que él y el próximo viernes comprobaría la palabra del gentil, y el día llegó y fue una noche más oscura que de costumbre.

Ramón Aspillaga, sin embargo, acostumbrado a ser obedecido, respetado y hasta temido, solitario e impaciente ascendió al imponente corbacho en su carreta. Justo a la 1 de la mañana un viento demasiado frio invadió el cerro y este se abrió por un costado, ingresó en él y en forma desesperada llenó la carreta con los lingotes de oro que cual ojos diabólicos brillaban iluminándolo todo.

Cuando la carreta se colmó del precioso metal, Don Ramón golpeó a los caballos y empezó a salir del Cerro, mientras reía como loco y gritaba eufóricamente: Es mió, el oro es mió!!!

No había avanzado la mitad de la salida cuando el cerro abruptamente empezó a cerrarse, atrapándolo. Aún hoy es posible observar en Cayalti, en la parte Este del cerro, los restos petrificados de la carreta. Y en las noches de luna llena es común escuchar a los pobladores de Cayalti hablar de un lamento que sale de las entrañas del cerro. Es la voz del hacendado atrapado por la codicia!

La leyenda del Marrup 

Se dice que durante la expansión del imperio incaico y cuando gobernaba el inca Tupac Yupanqui hubo un lugar llamado  FELAM (palabra mochica que quiere decir la casa) este poblado estaba azotado por una gran sequía, producto de las variaciones climáticas. La ausencia de las lluvias y la escases de agua hizo que poco a poco se vayan acabando las provisiones almacenadas para estas emergencias, alarmando a los pobladores quienes estaban aterrorizados y desesperados, hacían tributos a su diosa la luna y al no conseguir el milagro decidierón huir hacia otro pueblo,  a Pacora donde pertenecían por haber sido sometidos. Cierto día tres cholitos pastores(niños pequeños) estaban apacentando sus ganados y a dos leguas de Felam vieron salir a una hermosa iguana y como niños juguetones empezaron a correrla y perseguirla y esta iguana cansada cada vez lo llevaba más lejos y de pronto se metió en una brecha echa por el sol, y los niños en su afán de cazar a la iguana empezaron a cabar en arena suave de pronto descubrieron tierra húmeda,se asustaron y con suma rapidez fueron a avisar a sus padres y estos a los demás habitantes para ir a verificar. Llevaron todo lo que pudieron para cavar y agrandar  el hueco echo por los niños, de pronto ¡milagro! salió un dulce y cristalino chorro de agua  y fue tanta la alegría que todos llenaron sus cántaros con agua para tomar y  bañarse, bailaron y gritaron de alegría e inmediatamente con el barro sacado del pozo hicieron una igual, al que le pusieron el nombre de DEIDAD (beneficiadora y DISA de las aguas)danzaron,cantaron y rindieron reverencia llevándolo al altar de la luna (reemplazando a la luna por la iguana ) para rendirle culto convirtiéndolo en su dios.  En gratitud y agradecimiento a su dios sacrificaron a estos inocentes niños que habían descubierto el pozo al que lo llamaron murrup (palabra mochica significa iguana) a los pocos años los indios y familias fueron a vivir cerca al pozo para tener agua a la mano y así se fue poblando murrup y con los años se pobló murrup y a la llegada de los españoles esta palabra fue castellanizada en Mórrope y este antiquísimo pozo fue anillado con palos tallados de corazón de algarrobo. Se dice que un 27 de junio de 1929 construyeron una bomba de agua de viento al que lo llamaron "la mariposa" este pozo fue destruido por el fenómeno del niñoy actualmente se encuentra sepultado bajo tierra. 

El Cerro del Águila 

Se trataba de una águila que siempre se ponía en la punta del cerro y todos los lugareños se asombraban de su belleza y le decían que era un animal de la paz pero una señora no creían  y decían que era  un animal que iba ha traer la destrucción de su pueblo pero los lugareños no le creían hasta que un día la águila se paro en la punta del cerro y la señora le dijo en piedra te quedaras.

En hoy día el cerro el del águila es un atractivo turístico   que le ha dado beneficio al pueblo de Oyotun

Jesús Nazareno Cautivo de Monsefú

  Cuentan que hace unos 4600 años, unos pobladores estaban pescando, derrepente vieron  en lo más profundo del mar un cajón, entonces los señores se quedaron admirados y unos a otros se dijeron: Miren ese cajón, vamos a traerlo, fue así  que se fueron, y no podían cogerlo, pues el cajón pesaba demasiado.
        Fue así que ellos tuvieron que llamar a unos pobladores de otra ciudad para poder cogerlo entre ellos, entonces fueron, abrieron el cajón y dijeron es un santo, lo llevaron al templo comenzaron a ponerle lo que había en el cajón, una corona de oro y lo dejaron ahí.
          Y la gente comenzó a olvidarse de él, fue entonces que el santo comenzó a caminar, llegó la gente y no lo encontraron en el templo, fueron a buscarlo y fue inmensa la búsqueda porque al final lo encontraron y de nuevo lo llevaron  al templo.
         Los señores le pusieron cadenas en las muñecas, para evitar que el santo se escape.
        Fue así que le pusieron Jesús Nazareno Cautivo. Su día central es el 14 de setiembre y la octava es el 21. Se cree que por designios de Dios, la ciudad de Monsefú fue la elegida para albergar a Jesús Nazareno Cautivo.



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El Cerro Mulato y el Cerro Chaparrí

Cuando una persona sube al cerro mulato , se escucha como si estuvieran tocando  bajo el suelo.De noche sale un toro negro llevando a las personas atrapadas bajo  el cerro mulato y un toro blanco del cerro Chaparri; los dos toros comienzan a pelear  y si gana el toro negro hay sequía y si gana el toro blanco hay lluvia  .


El Cerro de las Campanas 

En un cerro de arena en Eten se veían dos grandes piedras que, golpeadas con un martillo, tenían unas vibraciones de campanas. Se dice que eran los ángeles que hacían esos sonidos metálicos.

El cónsul chileno lo dinamitó a fines de 1800 creyendo que había metal.

El Cerro La Vieja 

Me imagino que sucedió en un día en el que hacía tanto calor como hoy, donde las tierras norteñas irradiaban con fulgor la potencia de los rayos del sol.
Llegó a ese caserío que ahora lleva el nombre del cerro, un humilde mendigo lleno de harapos polvorientos, su rostro delataba cansancio y sus labios, secos como los bosques de Lambayeque, buscaban agua para saciar la sed.
De pronto, el mendigo divisó una choza. Empujado por las ansias de beber apuró el paso. Salieron a su encuentro algunos patos, gallinas, baldes, palanas, moscas. El humo del fogón de leña de la cocina indicó que en la casa había gente por ello respiró profundo pensando que pronto unas manos gruesas y callosas, como la todos los campesinos le alcanzarían gustosos el anhelado líquido.
Efectivamente, allí a espaldas de la casita, cerca del corral de aves, yacían dos ancianos campesinos quienes muy pronto sintieron la presencia del forastero.
-¡Buenas horas!- saludó el mendigo, sacándose el sombrero en señal de respeto - ¿podría regalarme un poquito agua?
La mirada fuerte y profunda de la anciana interrumpió el suspiro de salvación del mendigo. Y con voz tajante y poco amigable le dijo:
-¿Agua?, no hay agua. Por estas tierras secas escasea el agua.
Extrañado y decepcionado por la respuesta de la anciana, exclamó:
-Vengo caminando desde muy lejos... el calor y el cansancio me han dado mucha sed.
Entonces, el mendigo miro rápidamente hacia alrededor de la casa y replicó:
- ... si no hay agua; entonces puede regalarme una sandía - Señaló la ruma de sandías, apostadas cerca de la puerta de la choza que esperaban ser recogidas por el camión del comerciante para llevarlas a Lima.
-¿Sandías? ¿Y donde hay sandías?- replicó con ironía la anciana.
- El forastero a punto de enfadarse dijo ¿Aquellas no son sandías?
Esta vez, respondió el viejo con cara de gruñón:
-Esas, no son sandías, son piedras.
Indignado, por la respuesta, el mendigo proclamo:
Si son piedras, piedras serán y en piedra se convertirán.
Dice la leyenda que el mendigo era el mismo Jesús que había llegado al caserío a comprobar la fe y las enseñanzas cristianas de su pueblo. A partir de entonces, en los alrededores del pueblo no produce más aquella jugosa fruta; todas las sandías se han convertido en piedras y que aquel cerro que se encuentra ubicado junto al pueblo no es otra cosa que la ruma de sandías que fue negada al mendigo por los ancianos; por ello está compuesto por enormes rocas en forma de sandías. Y si Usted sube a la cima del cerro La Vieja, verá que allí yace una silueta de piedra que aparenta ser la cara amargada de la vieja gruñona.
Cuentan, los pobladores que el castigo perduró por muchos años; la carretera Panamericana que bordea el caserío era causal de constantes accidentes. Por ello se vieron en la necesidad de buscar como protectora a la venerada Virgen de la Medalla Milagrosa; la misma que hoy yace dulce y esbelta en la cumbre del Cerro La Vieja.


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Jhon Miller Ballena Ordoñez
Luis Gustavo Salas Reyes 

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